sábado, 4 de octubre de 2008


De verdad que a veces siento unas ganas expantosas de poder cortarle a la gente los pelos de su maldita lengua viperina. Crueldad gratuita envuelta en sonrisas desertoras. Puñalada trapera. Besos de Judas camuflados. Males de ojos. Ojos por ojos, dientes por dientes. Miradas traicioneras que nos vigilan el paso para darnos el visto bueno. Arpías que te ponen la zancadilla. Sanguijuelas que se alimentan de tu sudor. Embaucadores de sueños. Víboras que te estrangulan las ganas de sentir. Yo no sé por qué la gente es tan experta en cosas que desconoce. En asuntos que no les pasa a ellos. Y te dan luz verde o luz roja, según convenga. Sentenciar o alabar, de eso se trata. Cara o cruz. Rojo o verde. Como si todo fuera sobre ruedas y sólo tuvieramos que encajar muñecas rusas...

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